ellos

martes, 15 de febrero de 2011

Capitulo 3 - La primera primavera en Londres



CAPITULO 3
La primera primavera en Londres

Faris llevaba 5 años con la familia Blues, ellos siempre habían cuidado muy bien de él y de sus hermanas, aunque Faris había pasado por más de 20 casa de acogida, sentía que aquella definitivamente podía llegar a ser su familia, la familia Blues lo tenía todo, dinero, bondad y mucha comprensión, era una matrimonio mayor que jamás habían podido tener hijo, ambos habían estudiado psicología, antropología y filosofía, eran licenciados y profesores en conocidas universidades, eran estudiosos, gente simple y muy sabia, que ahora de mas mayores al tener una buena economía  habían deseado formar una familia en vano, así que ilusionados decidieron tener niños de acogida, Lina fue la primera en llegar, una niña que acogieron hacía unos 6 años, llegó siendo recién nacida, y era autista, pasado el tiempo no pudieron resistirse y terminaron adoptándola, aunque la niña siempre se mostraba ausente a veces parecía que lograba abrirse ante la buena psicología de la madre, Faris entro aportando mucha fuerza, vitalidad y algunos problemas a la familia, era un muchacho de 14 años por aquel entonces y venía de dar saltos de una familia a otra, los Blues estaban dispuestos a quedarse con él, y tras muchos esfuerzos lograron que se abriera y se quedara con ellos.
 Faris era muy creativo, rebelde y activo, solía encerrarse en si mismo, y siempre parecía tener una actitud algo testaruda, había algo en él que resultaba enigmático, no solo sus dos metros de altura le hacían destacar del resto, tenía unos rasgos muy especiales, una mirada preciosa, de ojos miel, y unos labios carnosos algo gruesos para ser de muchacho, su gran nariz aguileña seguía dándole un aspecto distinto y a la vez elegante y duro, su cabello castaño largo y crepado aun exageraba mas la sensación de ser excesivamente alto, todo aquello siempre había sido una clara desventaja para pasar desapercibido, además de el hecho que odiaba todo tipo de ligamento, obligaciones y leyes, era un alma libre y soñadora, que no podía sentirse atado a nada, los Blues habían logrado que se quedara allí por voluntad propia y que realmente se sintiera como en casa,  le habían permitido estudiar arte, música y incluso le potenciaba aquello, Faris jamás había sido tan feliz.
Hacía relativamente poco que había llegado un nuevo miembro a la familia,  Saugil, un muchacha de unos 14 o 15 años, no sabía su edad, solo recordaba su nombre, no existían papeles, era como si jamás hubiera existido antes, además la niña juraba no recordar nada, la encontraron tirada en el puerto de un pueblecito cercano, hablaba un perfecto alemán, pero parecía no entender demasiado el ingles, eso aun la aislaba más de todo, Faris sentía muy ligado a ella , aunque hacía poco que estaba en la casa ya la sentía como un hermana, incluso mucho más que la pequeña Lina.

Ese día Faris se marcho temprano, era un lunes de primavera, no tenía intención de ir a clase.
Realmente estaba siendo una primavera calurosa, llevaba una camiseta de tirantes, de un color amarillo desgastado, estaba tan vieja que empezaba a transparentarse, dejando ver la delgadez de ese larguirucho muchacho, llevaba unos pantalones piratas algo arremangados, realmente eran unos pantalones tejanos oscuros normales de Michael, el padre de la familia, pero a Faris le quedaban algo cortos, andaba orgullosos con sus enormes botas camperas anchas y negras, que  le permitirían andar bien por el terreno húmedo de esas tierras, aunque últimamente con ese calor de verano apenas había rastro de humedad, aquello le preocupaba bastante, últimamente había observado que en pocos años el clima había variado de forma catastrofista, y aquello le preocupaba.
Fue hacia la costa, el mar le encantaba, conocía una pequeña cala que parecía estar escondida para los demás seres  humanos, ya que jamás había nadie, aunque costaba llegar Faris no comprendía porque siempre estaba vacía, aunque eso la hacía aun más especial. 
Tenía que cruzarse un paso de rocas, y un pequeño acantilado, para lograr llegar a la cala, aquel rincón le parecía fascínate al joven Faris, era su pequeño lugar de poder, siempre pensaba que si algún día conocía a su verdadero amor lo llevaría aquel precioso lugar.
Una vez pasado todo ese costoso camino como si nada, se sentó en la salvaje playa, y se quedo mirando el mar, realmente estaba enamorado del mar.
Llevaba una pequeña cartera de cuero colgando del hombro, en ella llevaba un pequeño cuaderno de dibujo, su cuaderno secreto, no dejaba que nadie lo mirara, siempre lo llevaba encima y nunca lo mostraba, lo abrió al azar y busco alguna páginas en blanco, pronto empezó a dibujar, dibujaba sin miedo, impulsivamente, esbozo una hermosa chica de pelo azulado, que salía del mar, pensó que era demasiado triste estar enamorado de una imagen mental que jamás existiría, esa hada que tenía idealizada, que posiblemente solo existiera en Oníria su mundo de sueños, ojeo el cuaderno, y todo eran ilustraciones de aquella preciosa muchacha, de ojos rosados y pelo turquesa, parecía una diosa antigua, o una sirena.
El sol daba de pleno a la cala, y eso no le estaba permitiendo dibujar, cada poco sentía como estaba apunto de dar cabezadas, saco de la cartera un ipod, y se puso a  escuchar  música, dudo si ponerse a leer, pero pronto se quedo dormido pensando en todo aquello,  algo triste y vacío, sentía que jamás podría conocer aquella quimera, aquello le daba realmente muchísima pena, ya que llevaba desde pequeño soñando con ella, y cuanto mas pasaban los años más perdía la esperanza de conocerla, nunca había mostrado interés por nadie, porque inconcientemente esperaba aquella sirena.
Soñaba, soñaba y soñaba, soñó que la besaba, soñó que vivía en el mar, incluso soñó que controlaba los mares, siendo él también un tritón que podía nadar junto su sirena, nadaba por los mares a gusto, sintiéndose libre y jugando a perseguir aquella hermosa figura. Algo rompió con todo aquello, la perfecta imagen idílica de los dos enamorados marinos, se vio interrumpida por una imagen algo dolorosa, en medio del mar apareció una imagen lejana de un parvulario, lleno de niños, Faris dejo de seguir la sirena y se quedo parado observando desde el agua.
Desde la lejanía miraba atento que sucedía en aquél parvulario, entre los niños un preciosa niña de pelo verde lloraba, intentado defender un niño pálido y sin nada de pelo  en la cabeza, la niña se peleaba con todos los demás, Faris observaba aquello atónito, la imagen de su hada por esa vez parecía muy humana, de pronto el niño pálido y sin cabello al que la niña defendía empezó a pegar a la pobre e indefensa chiquilla, cada golpe que le asentaba a la niña el niño crecía, prono era un chico de 20 años asistiéndole una verdadera paliza a la pobre niña que lloraba sin parar y siendo incapaz de defenderse, Faris horrorizado y  enfurecido salio de la parte del sueño marina, y entró a ese patio de guardería, dispuesto a defender a la pobre niña, iba directo hacia el chico pálido y calvo, que ahora tenía un aspecto algo monstruosos y sádico,  Faris sin dudarlo ni un segundo le dio un puñetazo en toda la cara al muchacho, un golpe frío y seco, que le hizo salir disparado hacía él suelo, instantáneamente Faris se despertó con el pulso totalmente acelerado, y algo nervioso.
La marea estaba subiendo, y sus botas estaban ya dentro del agua, aquel sueño le había dejado muy desconcertado, una sensación molesta le recorría el cuerpo, miro hacía el agua, y pareció que la marea bajaba, ya no se mojaba los pies, al mirar hacia el sol vio que ya habían pasado varias horas, decidió volver rápido a casa, ya que solían comer bastante temprano, y no quería que se preocuparán por su retraso.
Estaba algo descolocado, ese sueño realmente le había dejado mal cuerpo y aunque nunca perdía su agilidad le apreció mucho más costoso trepar todo aquello, no se fijo hasta pasado un rato pero tenía la mano rojiza, como si realmente hubiera dado aquel puñetazo, aquello aun le dejo con peor cuerpo.
Al llegar a casa, se encontró con Michael que le saludo sonriente:
- Faris tenemos buenas noticias!
Pronto asomo la cabeza de la pequeña Lina desde la cocina, junto a ella estaba Nadia, la madre, y en el comedor estaba sentada en un viejo sofá de cuero negro Saugil intentando leer un libro sobre robótica, demasiado avanzado para que alguien de su edad lograra entender algo, a veces parecía que intentaba mantenerse al margen sobre todo que le pasaba en la familia.
Michael saco de su bolsillo una carta sin abrir, era del conservatorio de Londres.
Faris la miro, y algo asustado, dijo:
-Como sabes que son buenas noticias.
-Solo pueden se buenas. -Dijo sonriente.- la música es lo tuyo. Solo pueden ser buenas noticias.
Faris sonrió mientras abría nerviosamente la carta, rompiéndola de manera brusca y descuidada, busco ansioso una respuesta, sabia que si le cogían en el conservatorio posiblemente también le apuntarían a una buena universidad de bellas artes, y llevaba mucho tiempo esperando aquello.
 Además los Blues hacían tiempo que tenían planes de mudarse a Londres y Faris les parecía la mejor excusa.
Al ver el resultado Faris se puso a dar salto de alegría, sin demasiado cuidado dándose de vez en cuando algún cabezazo con el techo, demasiado bajo para su altura. Todos reaccionar al unisón gritando saltando y brincando, menos Saugil que los observo de lejos y solo logro sacar una leve sonrisa, se ato con una goma rosada su melena pelirroja, y  se saco sus gafas negras de pasta dejándolas sobre la mesita del comedor,  se marcho de la sala, no sabia muy bien que decir, Saugil el ingles aun le costaba muchísimo, eso aun le causaba una barrera mayor ante todos los demás, así que pasó desapercibida en ese momento caos y euforia, en el que ambos padres celebraban con alegría la victoria de su hijo, mientras Lina ausente miraba aquello perpleja, sin ninguna reacción.
A nadie le costo marcharse de aquella casa, los Blues deseaban ansiosos tener un pisito en Londres, y ambos llevaban tiempo queriendo dar clases en alguna faculta de psicología, Lina aun no llevaba suficiente en el el centro donde estudiaba, además que habían centros mejores para niños como ella en Londres,  Faris sentía que iba hacia su destino, ha formarse y a completarse, se sentía agradecido y feliz, y aunque echaría de menos la playa, siempre podría hacer alguna escapada en coche hacía algún pueblecito costero.
Llegaron a Londres nerviosos eufóricos y ilusionados y lo que encontraron era mas aun de lo que esperaban el piso era precioso, de estética moderno, pero muy amplio, luminoso y céntrico, ambos padres encontraron nuevos empleos en la ciudad como maestros, y Michael siguió escribiendo los artículos que ya escribía en escocia.









Faris estaba nervioso, leía y releía su libro de ejercicios de piano, y cada vez que repasaba todo aquello el nudo de su estomago se acentuaba más y más, Saugil se sentó junto a él, y lo observo,  noto los nervios de su hermano, y miró las manos temblorosas del muchacho, que intentaba en vano calmarlas, ella le toco la espalda con mucha suavidad, Faris aun nervioso la miro asustado, Saugil le sonrió con dulzura, ambos hermanos se quedaron mirándose, cogidos, había algo en ella que le calmaba, le miraba con dulzura, suavidad y cariño, ella era delgadita, y su mirada transmitía conocimientos y madurez, a veces la mirada de Saugil parecía de anciana,  era muy pálida, con un ligero tono amarilleado en su delicada piel y aun más flaca, a través de sus oscuras y siniestra piezas de vestir, asomaban algunos tatuajes que la muchacha se había hecho antes de vivir con ellos, pero al no poder recordar nada, nadie sabia lo que significaba, además Saugil acostumbraba a ir con maquillajes siniestros, o de fantasía, dándole un aspecto aun más llamativo, además su pelo pelirrojo rizado normalmente enmarañado en una coleta aun acentuaba más todos sus rasgos, Faris se la quedó mirando, y le dijo:
- Eres realmente muy guapa.- Saugil se concentro para intentar entender lo que este le estaba desciendo. él intento ayudarla repitiendo con un tono más alto, y mejor pronunciado- Guapa, bella. ¿hermosa? ¿me entiendes?
Faris sonrió, le dio un beso en la cabeza, y se levanto cogiendo de la mesa todos los libros que necesitaba para su primer día en clase.
- Muchas gracias por calmarme. ¿se dice danke?
Saugil se rió al escuchar a Faris intentando hablar en Alemán.
- de..nahda. Vhuelvhe  con muchos conoshimientos.
Saugil era de pocas palabras y realmente se notaba que le costaba el idioma, ese día se alegro mucho de poder calmar a su hermano.

Llego al conservatorio justo de tiempo, corría por los pasillos con prisa, sus padres ya habían movido todos los papeles para poder matricularse, ahora solo tenia que superar el primer día de clase, corría por el pasillo, ya vacío, hacía mas de diez minutos que habían empezado las clases, paso por las escaleras junto un muchacho asiático cargado con un violonchelo, estaba fumando un cigarro asomado a una ventana abierta, Faris se quedo dudando si preguntarle hacía donde tenía que ir para llegar a la clase de piano, pero en el instante de quedarse dudando mirando al muchacho este se giro de inmediato, y le dijo con un tono de prepotencia bastante irritante:
-Que coño miras girafa? Cuidado no choques con el techo.
Faris lo miro sorprendido, nunca hubiera imaginado un chino tan prepotente y mal educado. Se asomo junto a él a la ventana, saco un cigarro de liar ya preparado y lo miro sonriente.
-Creo que ya no llego a la primera clase de hoy, me das fuego chinorris?
A Rayjin le sorprendió aquella reacción tan tranquila, le recordó a Fujin, y le contesto con aun más ira.
- No tengo fuego para la gente que tiene la nariz mas grande que la palma de mi mano.- lo miro con desprecio, y murmuro- y la tuya te juro que es mas grande que eso…
Faris se mofo de aquello, con rapidez, le saco el cigarro de la boca, y se encendió el suyo con la ceniza encendida de este, Rayjin se quedo sorprendido mirando con la naturalidad que reaccionaba aquel desconocido.
Faris le devolvió el cigarro, sonriente alargo la mano, sus movimientos eran tranquilos y amistosos, Faris dijo con un tono menos duro:
- Faris Blues, soy nuevo por aquí, encantado.
Rayjin miro la mano, aun con cara de desprecio, suspiro y sonrió.
- Rayjin.- apago el cigarro, sin darle la  mano miro los libros que llevaba Faris y le dijo- Si vas a piano aun puedes llegar. Sala 3, cuarta planta.
Dicho eso, se dirigió tranquilamente hacia allí, Faris se sorprendió por la actitud del chico, y se dirigió tras él.

Pasaron un buen día de clase juntos, ambos empezaron a llevarse bastante bien, aunque su relación era algo picajosa, pasaban buenos ratos juntos y se ayudaban mucho en las clases, aunque solo coincidían en piano se veían siempre por los pasillos o por la cafetería.
Faris ayudo mucho a Rayjin, pues con él practicaba su inglés, cada día más correcto.
Faris deseaba empezar el curso siguiente en bellas artes, ya se había matriculado en una de las mejores facultades de Londres, y se paso el verano esperando el primer día de clase, durante aquel verano no vio a Rayjin ningún día, fue un verano lento y solitario, excesivamente calido para aquella zona, Faris tubo tiempo de pensar y de estar junto a Saugil, pero desde que había conocido a Rayjin, sentía su ausencia a menudo, realmente Rayjin lograba que se sintiera bien con todo.


 *dedicado a Silvia ;P

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