ellos

sábado, 8 de enero de 2011

Capitulo 1 -La ultima primavera en Tokio- (1/2)


CAPITULO 1
La ultima primavera en Tokio
Era un día excesivamente caluroso para aquellas fechas, las primaveras en Tokio solían ser poco calurosas, mostrando un sol cálido pero no asfixiante, aunque últimamente estaba haciendo un calor francamente inhumano, ya que parecía que estuvieran en pleno mes de agosto.
Rayjin entro sudoroso y jadeante en su habitación, era un habitación de aspecto europeo, los muebles de época rococó daban un estilo muy personal  a la habitación, todos los muebles eran de roble color rojizo, combinados con tapices de color granate y rojos, en aquellos momentos, sino hubiera sido por la cara claramente asiática del muchacho, jamás nadie hubiera logrado adivinar que se encontraban en Japón, ya que la habitación parecía sacada de una casa colonial, era muy grande y un arco cruzaba la estancia dividiendo la habitación en dos zonas, una para el descanso y otra  para estar, el lado para descansar, era más pequeño, con una cama con dosel de sabanas de seda rojizas, junto a la cama había un mesita con cajones y sobre ella una foto, el dosel rojo daba un aspecto muy intimista, y las lámparas rocambolescas acababan de dar un aspecto muy  europeo.   Junto a la cama había una puerta que daba a un armario ropero gigante, donde normalmente para otra persona hubiera podido ser tan solo una habitación, en la otra parte de la estancia, pasado el arco, había un sofá de cuero negro bastante grande, estaban en frente de una estantería gigante llena de libros, y DVDs, los techos eran altos, y la estantería llegaba casi hasta ellos, dando un aspecto de biblioteca imponente y a la vez precioso, en el centro de la estantería un televisor gigante de pantalla plana, rodeado de todas las consolas conocidas de última generación, también  había un mesa llena de hojas, libros, y con un portátil siempre en marcha, esperando que alguien recordara que esta allí, en la mesa, sepultado entre los papeles y el caos, entre todo aquello también había una mini cadena de alta tecnología.
Junto a la mesa habían dos puertas, una en cada lado, y en frente de estas, al otro lado de la habitación estaba la puerta gigante de doble apertura desde la que acababa de entrar el muchacho,  parecía estar muy  cansado, tenía la ceja sangrando, posiblemente de una de sus múltiples peleas,  se sentó en la cama, y seco su sudor con la manga de la chaqueta del uniforme de su instituto, manchándola también de restos de sangre, aun así no sangraba demasiado, así que no le dio importancia, no tardo demasiado en sacarse toda la ropa quedándose tan solo con los pantalones negros de pinza del uniforme, eran de textura fina y no le molestaban, pero ese calor era insoportable, abrió uno de los cajones de la mesita, y saco un mando, con el que activo el aire acondicionado, se hecho en la cama, y suspiro, nadie sabía lo difícil que era ser él, nadie sabía como se sufría siendo como era, y  durante un instante todos los sentimientos ocultos afloraron, se quedo mirando el techo del dosel durante unos segundos, no tardo demasiado en levantarse rápidamente, algo le vino a la mente, se incorporo ágilmente, y se puso a buscar en su estantería, acabo recurriendo al caos de la mesa, donde saco un libro de coreano, se sentó en la silla que estaba junto a la mesa, y empezó a leer, buscaba ansioso en el libro como se pronunciaba correctamente melocotón en Coreano, ya que Hye Sun siempre se burlaba de su mala gramática.
Rayjin casi nunca mostraba interés por nada, pero desde muy pequeño quiso aprender Coreano, aunque realmente se podría decir que Rayjin era un poco cabeza hueca, ya que al ser tan nervioso a veces hasta parecía que no sabía hablar ni su propio idioma, acostumbraba a mezclar frases, a confundir dichos, o incluso a menudo inventaba palabras, o era capaz de contarlo todo al revés. Aunque normalmente no aceptaba las criticas, o ni siquiera se daba cuenta de sus errores, pero era sospechoso que  Hye Sun se carcajeara cada vez que él pronunciaba “sal-gu”, melocotón en coreano.

Desde muy pequeños Rayjin junto a su hermano Fujin se burlaban de la pequeña Hye sun, llamándola Momo-chan (melocotoncito en japonés) porque ella era más bien regordeta y tenia la cara con mofletes, aunque habían pasado ya muchos años desde entonces, y Hye Sun estaba ya muy flaca y ya nadie la llamaba así, siempre que discutían Rayjin y ella, esté acababa llamándola melocotón, fuera en el idioma que fuera, Hye Sun venia de madre coreana, así que dominaba muy bien el idioma, y cada vez que este la llamaba así en coreano, la pobre chica no podía evitar morirse de la risa, ¿que debía estar diciendo mal?

Leía y releía pero no encontraba donde estaba el fallo, no contemplaba que en su enfado, quizás no hablara tan correctamente como podía hacerlo ahora, sin estar apenas alterado, no contemplaba que discutir en un idioma que no era el suyo podía dificultar su perfecta pronunciación.
En esos momento una de las puertas que estaba junto a la mesa se abrió, y un muchacho perfectamente vestido con el mismo uniforme, y el pelo negro y liso muchísimo mas cuidados y peinados que Rayjin, aunque eso no era demasiado difícil ya que Rayjin normalmente los llevaba alborotados, mucho mas largos y con el flequillo recogido con una pinza, echándole el pelo para atrás dando un aspecto mucho más duro que él del muchacho que acababa de entrar, el chico tenia un aspecto serio y formal, durante unos segundos  pareció que su rostro se relajaba, rodeo la mesa para sentarse junto a su hermano, en el sofá, mientras cuidadosamente se desabrochaba un poco la corbata, que estaba perfectamente anudada, Rayjin lo observaba sorprendido, ¿qué hacía Fujin allí, y sin avisar?.
Fujin bajo la cabeza y se toco las cervicales, parecía algo preocupado, suspiro, trago saliva y levanto la cabeza, miro a su hermano a los ojos y le dijo con la voz algo rota:
- Papa y mama dice que vendrán la semana que viene…
Durante unos segundos se quedaron mirándose en silencio, se podría decir que durante todos aquellos años Rayjin jamás se había planteado porque siempre habían vivido solos, tan solo tenía 16 años, pero podía contar con los dedos de su mano las ocasiones en las que se había visto acompañados por sus padres, que por negocios mayoritariamente vivían en Londres, Fujin en cambio, durante todos esos años había sentido esa ausencia, siendo consciente a pesar de todo de que estaban algo abandonados, pero igualmente Fujin luchaba con todas sus fuerzas para sacar buenas notas y ser lo llamado como "el chico modelo" , creía que si realmente veían sus valía y sus habilidades tendría su rinconcito en el negocio familiar, además jamás enlazaba amistad con nadie, pues era conciente de que algún día Londres seria su hogar, Fujin luchaba para ser frió como el hielo para así no tener lazos con su tierra de origen, con su sangre, con oriente.

Jamás pudo evitar por ello que la pequeña e intrometida Hye Sun, una de las hijas de las sirvientas de la familia, se hiciera un pequeño espacio en su corazón, ya que desde recién nacidos se criaron los tres juntos, Hye Sun era el único lazo que tenia Fujin con Japón, algo así como una hermana a la que cuidar.
Fujin siempre era el más adulto y serio de los tres, siempre junto al precipitado, nerviosos y furioso Rayjin, al que parecía que el destino le había predeterminado una vida de Caos y peleas, en las que el pobre Fujin se veía a menudo arrastrado, siempre culpa del mal carácter de su hermano, a veces Fujin se preguntaba de donde surgía tanta rabia.
Rayjin tendía a pelearse con todos, tenía enemigos en cada lugar al que iba, Fujin muchas veces no tenia muy claro si aquello que aparentemente eran enemigos, eran pues para Rayjin verdaderos amigos, y a veces no sabia si aquella ira era la única forma de expresar todo su amor y exceso de sentimientos.
Y Hye Sun, la maldita niña melocotón, con su inconstante carácter, y su actitud inocente, realmente lograba sacar el lado suave de Rayjin, y lograba hacer que Fujin sonriera o se sintiera libre, a veces a Fujin se le olvidaba del exterior, se sentían protegido en esa burbuja que habían creado, los dos hermanos y la pequeña ondina que vivía con ellos.
Fujin se sentía protegido del mundo, un mundo del que se escondía, al que temía casi tanto como su hermano Rayjin, aunque este lo demostrar gritando, para Fujin esconderse resultaba mucho más fácil, Hye Sun era su medicina lograba calamar la furia de Rayjin y  permitía a Fujin olvidara todo sus miedos.

Que sus padre a los que apenas veían, vinieran a casa era casi como romper esa burbuja aunque solo fuera por unos días, el ambiente en casa no era agradable cuando ellos estaban, Rayjin acostumbraba a pelearse con ellos, y Fujin acababa encerrándose aun más en si mismo
Aquella no era una buena noticia.

Un silencio incomodo invadió la habitación, ambos hermanos eran concientes de todo aquello, y ninguno deseaba que se interrumpiera sus quehaceres diarios.
Rayjin se incorporo sin decir nada, estaba furioso, rápidamente entro en su armario, y se cambio de ropa, Fujin le observaba desde el sofá, Fujin sabia perfectamente que su hermano iba a reaccionar de aquella manera, así que guardo silencio, y solo observo, Rayjin se cambio en un instante, se puso unos tejanos oscuros ajustados con algo de campana, con unos zapatos largos y elegantes negros, que mientras abrochaba pulía con los pantalones usados del uniforme, se puso una camiseta de tirantes roja, saco también una chaqueta de cuero, mientras se la ponía saco de la mesita unos guantes de cuero sin dedos, y una llaves, miró a su hermano, resopló:
-Me voy a dar una vuelta, estoy cabreado.
De debajo de la cama saco un casco de moto negro mate, y se marcho por la puerta doble. Fujin observo sin decir nada como su hermano se alejaba enfurecido, cerro sus ojos, y se relajo durante unos instantes, no sabia porque pero tenía ganas de llorar.

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